2018 ha sido un año determinante: lo que he aprendido, crecido y mejorado en estos 12 meses ha sido digno de mención.
El zero waste, el no-buy, el project pan... Todos esos pequeños retos han tenido mucho que ver en estos cambios vitales y hoy quiero explicaros en qué me han ayudado.
En enero comencé mi Project Pan con 18 productos (que luego subieron a 25) que me propuse acabar a lo largo del año. También hice una limpieza masiva de productos caducados o que ya no usaba y los tiré/vendí/doné, con lo que reduje considerablemente mi colección de maquillaje y cosmética.
Ya llevaba tiempo siendo vegana y comprometiéndome a fondo con dejar de consumir marcas que testasen en animales, así que me informé concienzudamente sobre aquellas firmas de las que tenía dudas y las erradiqué de mi neceser y mi armario.
Ya no sólo la fabricación me preocupaba, sino que empecé a fijarme en la lista de ingredientes de esos productos que me aplicaba a diario. Siempre he tenido la piel muy sensible y acneica por lo que es difícil que algo no me de reacción. Pero tras leer varios libros sobre el cuidado de la piel me di cuenta de que debía ser más consciente de lo que me ponía en la cara. A raíz de esto comienzo una segunda purga y elimino todo aquello con componentes reactivos, potencialmente tóxicos o comedogénicos.
Toda esta limpieza y renovación supuso un coste: afortunadamente vendí muchísimo del maquillaje que estaba en buen estado y el paso no fue tan doloroso. Aún así, en verano me propuse un no-buy durante el mes de agosto. No sólo fue un éxito a nivel financiero, sino que me hizo darme cuenta de lo que me hacía comprar: la ansiedad, el aburrimiento y el ambiente consumista de mi alrededor.
Esta apertura de ojos fue decisiva para empezar a cambiar cosas de mi alrededor: dejé de seguir ciertos canales de Youtube y cuentas de Instagram, me desuscribí de la newsletter de todas las tiendas online, dejé de quedar para "ver tiendas" como pasatiempo social, de bichear páginas web mientras estaba aburrida... en resumen, dejé de hacer cosas que sólo me ponían en "modo consumista" y no me dejaban espacio para pensar si realmente necesitaba esas cosas.
Y aquí estamos, el último día del año, intentando resumir en un pequeño decálogo todo lo que estos cambios me han hecho aprender:
1> No compres reposiciones. Los productos caducan, así que mejor compra uno nuevo cuando ya hayas acabado el anterior.
2> Las cosas tardan más tiempo en gastarse de lo que piensas.
3> Precisamente por eso, si algo te gusta ¡ÚSALO!
4> No necesitas "por si acasos". Ni en tu neceser ni en tu armario. Si algo no se ajusta a tu modo de vida, no lo necesitas.
5> Elimina tu suscripción de canales/cuentas/newsletters que te inciten a gastar sin pensar.
6> Cuando tienes menos cosas tardas mucho menos tiempo en decidir qué ponerte/ recoger/ limpiar.
7> Lee muy bien los ingredientes de lo que vayas a comprar. Investiga antes de pisar la tienda.
8> Si te gustan las sombras de ojos elige sombras sueltas antes que paletas. Así te asegurarás de que todas y cada una de ellas te encantan.
9> Nunca compres cuando estés triste o aburrida.
10> No vas a recuperar tu dinero por tener ese vestido colgando en tu armario. Véndelo o dónalo, pero si no lo usas no estás sacando rendimiento a esa inversión.
Espero que este post os sirva de ayuda o inspiración para este nuevo año que comienza.
¡Feliz año nuevo a todxs!
No hay comentarios:
Publicar un comentario